Estampó sus labios sobre los míos, silenciando mi protesta, mientras me sujetaba la nuca con la mano libre, imposibilitando cualquier conato de fuga. Me besó con ira y violencia. Empujé contra su pecho sin que él pareciera notarlo. A pesar de la rabia, sus labios eran dulces y se amoldaron a los míos con una nueva calidez.
Suena mi celular, salgo corriendo y una línea curva se forma en mis labios. Me hacés sonreír.
Llegás a casa de sorpresa, decís dos o tres palabras y una risita se escapa de mi boca. Me hacés reir.
Me mirás, me sonreís, me abrazás. Me hacés bien.
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